por Luis Carranza Torres
Hemos hablado ya, en La seducción de un rebelde, de la vida en general y sus éxitos en la cinematografía de Alain Delon. Aquí vamos a precisar esa mirada en un aspecto no muy conocido de ese ícono de la cultura del siglo XX: su pasión por los perros.
Delon nunca ocultó su afición canina, al punto de expresar su deseo de ser enterrado junto a ellos, en el lugar en que descansan sus antiguas mascotas en los terrenos de su residencia en Douchy. “Toda mi vida está ahí, en las tumbas de mis perros“, había dicho entrevista. En dicha propiedad, su lugar en el mundo y en donde murió, se hallan enterrados unos 50 perros, cada uno con una lápida con su nombre, algunos enterrados en parejas. Para Delon, ellos son los únicos seres que, le han “amado incondicionalmente”.
Sobre una de sus primeras compañeras de cuatro patas, Gaia, de raza doberman, Gaia, Delon desarrolló un vínculo muy profundo. Al punto que, tras regañarla, la perra le miró con los ojos llenos de lágrimas: “Desde entonces lo entiendo todo. Desde entonces, mis perros siempre sonríen”, rememoró luego el actor.
Su amor por ellos lo convertirse en un activista de los derechos de los animales, apoyando las campañas de su amiga Brigitte Bardot y realizando gestos extraordinarios de desprendimiento, como cuando envió un helicóptero para rescatar a un gatito al que habían arrancado una pata, al cual más tarde acogió en su hogar.

Valentine Ulgu-Servant en su nota “Alain Delon y su amor por los perros (tampoco exento de polémicas)” para la revista Vanity Fair expresa que: “Siempre comprometido con la SPA y la Fundación Brigitte Bardot, Alain siguió de cerca la evolución de los derechos y la protección de los animales en Francia. En 2013, aprovechó un rodaje en Perpiñán para conocer a Mambo, un perro que había sido quemaron gravemente dos adolescentes tras rociarlo con gasolina cuatro años antes. El animal fue bien atendido y lo adoptaron. En 2021, acudió al refugio de Bort-les-Orgues, en Corrèze, para oponerse a la eutanasia de seis perros acusados de atacar a una mujer de unos setenta años. "Creo que hay mucha gente que debería estar enjaulada y animales que deberían ser liberados", explicó en un acto organizado por la Fundación Bardot".
"Creo que los perros y los animales en general poseen todas las cualidades del hombre sin sus defectos", dijo además en tal oportunidad.
Su última mascota fue un pastor belga malinois, al que le dieron el nombre de Loubo. Adoptado en 2014, se convirtió en un compañero inseparable para Delon, que estaba gravemente enfermo desde sufrir un accidente cerebrovascular en 2019. Una de sus principalmente preocupaciones de morir, es que Loubo pudiera sufrir demasiado por su ausencia.

En una célebre entrevista para la revista Paris Match en 2018, expresó respecto de él: "Este es el perro del final de mi vida, un pastor belga al que quiero como a un niño. Se llama Loubo. Le echo de menos cuando no estoy con él. Si muere antes que yo, cosa que espero, no tendré otro. He tenido cincuenta perros en mi vida, pero tengo una relación especial con este. Me molesta porque no quiere subir las escaleras, así que no duermo con él, pero todo se andará. Tiene mal genio y no le gusta todo el mundo".
Prueba de es particular relación fue la foto que publicó la hija de Delon, Anouchka, de Loubo en Instagram un año antes de la muerte del actor, con el siguiente pie de foto: "Allí donde hay un desgraciado, Dios envía un perro. Gracias, Loubo, por estar ahí para tu amo".
"Me extraña cuando no estoy”, aseguraba Delon. Por eso, pidió en una polémica última voluntad, que si moría antes que el perro, Loubo fuera sacrificado para ahorrarle ese sufrimiento y fuera enterrado junto a él. Algo que provocó preocupaciones en los defensores de animales al conocerse la noticia del deceso del actor.

Pero como dice David Pardillos en su nota “El último deseo de Alain Delon que no se cumplirá”: “No todos los últimos deseos tienen por qué cumplirse, y en este caso afortunadamente no ha sido así. El actor Alain Delon, recientemente fallecido a los 88 años, tenía una petición expresa para su muerte, que finalmente no se llevará a cabo. El francés pretendía ser enterrado junto a Loubo, su perro desde hace más de diez años y con el cual quería compartir tumba, pero cuyo destino será el de ser adoptado por otra familia. Así lo han confirmado desde la Fundación Brigitte Bardot, que ha anunciado que la familia no permitirá que se cumpla la última voluntad del actor de El gatopardo y El silencio de un hombre”.
Dicha fundación publicó un mensaje en las redes expresando que: “¡No te preocupes por Loubo! Muchos de vosotros nos habéis enviado mensajes sobre el futuro de Loubo, el perro de Alain Delon. ‘Tiene su casa y su familia’, nos confirmaron los familiares del actor que lo cuidarán. ¡Por supuesto que Loubo no será sacrificado!”.
De hecho, el nombre de Loubo estuvo ese 18 de agosto en el comunicado de prensa de la familia que anunció la muerte del actor: "Alain Fabien, Anouchka, Anthony y Loubo anuncian el fallecimiento de su padre con profunda tristeza. Ha fallecido en paz en su casa de Douchy, rodeado de sus tres hijos y su familia”, rezaba el comunicado enviado a la agencia AFP.
Loubo fue además uno de los pocos que participó en las exequias privadas de Alain Delon. Y el único que no era un ser humano.
A nadie le pareció extraño. Era, desde siempre, uno más de esa familia.
Para leer más en el blog:
Una pasión rebelde en el caos
Una mujer empoderada
Los Lobos del Atlántico
El día cero del Mayo Francés


SOBRE EL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversas asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El Corazón de la Espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021), Los Extraños de Mayo (2022), La Traidora (2023) y Senderos de Odio (2024). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.
Francia, mayo del 68, los estudiantes ganan las calles. Una rebelión está a punto de estallar. Y el mundo ya no volverá a ser el mismo.
En tiempos de ebullición, cuando todo parece querer estallar, es posible pensar un mundo distinto. Hay, en ese pensamiento, algo que se vuelve vital, que entusiasma: todo el tiempo se está en la barricada, hasta que, finalmente, el mundo cambia.
Alan llega a Francia. El mundo conocido por él ha quedado atrás y todo lo que sabía de este, al que acaba de llegar, ha quedado obsoleto. Ya no es la realidad atildada y circunspecta que ha conocido a través de los libros y las historias de su familia, sino que se encuentra una París en efervescencia, en la que se discute en cada café al psicoanálisis de Lacan y a los Rolling Stones, al cine de la nouvelle vague y la Guerra de Vietnam, a los hippies y a la revolución sexual.
También, además de esa realidad que lo deslumbra, Alan encuentra a Adèle, que lo guía en ese mundo nuevo para él. En medio de ese vínculo, que nace sin que lo hayan planeado, estallan las protestas del mayo francés de las que Alan y Adèle forman parte del lado de los estudiantes. Creen, como todos ellos, que pueden cambiar el mundo. Creen, también, a pesar de sentirse extraños, que son invencibles.
Autor: Luis Carranza Torres
Editorial: Vestales
Páginas: 384