Leer para enamorarse




por Luis Carranza Torres

Especial para el blog.

Conforme más a la tradición que a la comprobación histórica, la fecha de San Valentín se debe un sacerdote (otros hablan de un obispo) romano que desafió la prohibición del emperador de celebrar matrimonios respecto de los soldados para que los hombres estuvieran disponibles para la guerra. San Valentín, famoso por su santidad, de gran ascendiente entre la incipiente cristiandad, casaba a las parejas en secreto. Por eso fue decapitado un 14 de febrero en la Vía Flaminia romana, cerca del lugar donde después fue enterrado.

Alguna vez Wilbur Smith dijo que sus novelas, más allá de los escenarios de su África natal o el contexto histórico, en lo medular era una trama sobre un romance. "El núcleo de todas mis novelas es una historia de amor. Según mi experiencia, la gente se interesa por la gente, sobre todo por las historias de amor. Desde la Biblia a Shakespeare, siempre se está escribiendo sobre lo mismo, historias de amor", había dicho en diálogo con Télam en una de sus visitas a la Argentina.

Puede que exista ese lazo común inter temporal y aun respecto de diversos géneros literarios. De lo que no caben dudas es que obras literarias reflejan el amor mucho más allá estar o no incluidas en el género romántico. Esto viene de antiguo: En la La Ilíada, ¿no se muestra una historia de amor, de Héctor y Helena y todas las consecuencias que desencadena ese sentimiento?  ¿Acaso la Odisea no es una historia de amor, al contar el regreso de Odiseo a la isla de Ítaca y a los brazos de su esposa Penélope?  

Autores de distintos tiempos y estilos han calado hondo en el corazón de los lectores, a lo largo de distintas culturas y diferentes épocas. A modo de simple e incompleta enunciación podemos hablar de Jane Austen (Orgullo y Prejuicio, entre otras), Federico García Lorca (Bodas de Sangre, la principal y más terrible de ellas), Emily Brontë con sus Cumbres borrascosas o su hermana Charlotte Brontë con Jane Eyre, Lo que el viento se llevó, de Margaret Mitchell, que antes de un ícono del cine fue una novela de éxito, Anna Karenina, de León Tolstoi, El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez o  Borís Pasternak con su Doctor Zhivago, por citar solo unos pocos, 

Un denominador común en todos esos texto, es la capacidad de retratar sentimientos con los que se sientas identificados quienes lo lean. No todas ellas son del género romántico, pero sí tienen al amor en sus distintas facetas como un propulsor de las tramas. 

Tal vez en mis novelas, sin proponérmelo (o subliminalmente, sí), ocurra algo parecido. Sin estar propiamente dentro del género, contienen al amor humano en sus tramas. Por caso, de Secretos en Juicio no recuerdo lamentablemente quien, dijo que "no es una novela romántica, pero es la novela que todo romántico debería leer".

Probablemente en tren de perseverar en eso, su continuación, Secretos de un ausente trata de las heterodoxas relaciones sentimentales entre Ce y Roberto Arguelles o de Agus con Daniel, o de ambas con Armando. Todas se desenvuelven en esa tónica: contar algún aspecto de las relaciones más emocionales de nosotros los seres humanos. 

Recapitulando en la materia, la relación de Julia y Mariano en Palabras Silenciadas ha cautivado tanto a los lectores como el amor en tiempos de guerra entre Constanza y Dieter, insinuado en Mujeres de Invierno, con sus ideas y vueltas luego en Hijos de la Tormenta para su dramática culminación en Náufragos en un Mundo Extraño. Son las que más frecuentemente me refieren los lectores en el rubro. Por detrás, la historia de ese romance de Ignacio con la indómita Fiamma, en esa misma saga ambientada en la Segunda Guerra Mundial, ocupa el siguiente lugar de preferencias. 

Más que seguro, ninguna historia es más pasional y al límite de todo como la relación compleja entre Eloisa y Simón en El Juego de las Dudas. Ni aún la intensa relación entre dos disímiles guerreros como el patricio y legado romano Publio Valerio Aquilio y la gladiadora celta Kendrya en Germánicus: El Corazón de la Espada y Germánicus: Entre Marte y Venus, las dos partes de esa saga de la Antigua Roma la ha superado, todo ello de acuerdo a las devoluciones de los lectores.   

Respecto de la última de mis obras, publicada en este mismo blog, Misión en el Trópico tiene también algo respecto a la cuestión en análisis. Me quedo con las palabras de Caro Castillo respecto a que "No hay una pareja protagonista, son varias y no hay solo amor de pareja, hay amor a la profesión y mucha acción, todo el tiempo (...) En fin, si les gusta acción, si quieren leer sobre aviación, misiones humanitarias, personas que son llevadas al límite, esta historia es para ustedes". A veces los lectores captan mejor que uno mismo las razones profundas de por qué se ha escrito algo. 

Es que el amor humano es mucho más diverso, profundo y con un aliento muy superior a las relaciones románticas, si bien quizás esa sea su cara más pública. En el día de los enamorados, en mi opinión personal, se festeja en definitiva al amor humano. A esa capacidad de sentir por el otro, de elevarnos sobre nuestras limitaciones para vivir plenamente una relación, una vocación, un destino. 

Creo que ese es no sólo el sentido profundo de la fecha, sino la razón última de mucho (si no todo) de lo que llevamos a cabo en nuestras vidas. Incluido el escribir o, probablemente mucho más, el leer. Pues la lectura, en los tiempos que corren, no solo es un acto de rebelión contra la cultura de lo inmediato y vano, sino también, toda una tácita declaración de principios, respecto de la alta estima que tenemos por los sentimientos más profundamente nuestros. Una reivindicación donde el AMOR, de verdad y con mayúsculas, ocupa siempre un lugar central.

Para seguir leyendo en el blog: 


Romance y suspenso en la Córdoba de 1920








NOTICIA DEL AUTOR: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversos asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El corazón de la espada (2020) y Germánicus. Entre Marte y Venus (2021). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.  








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