La gesta más audaz de nuestra historia
por Luis Carranza Torres
El Cruce de los Andes liderado por el coronel mayor José de San Martín como General en Jefe del Ejército de los Andes en 1817 no fue solo una operación militar; se trató de una empresa audaz y una obra maestra tanto de la estrategia como la logística, frente a un enemigo que lo doblaba en efectivos y contaba con una barrera natural a su favor que había fortificado en puntos clave.
Algunos de los aspectos más organizacionales los hemos tratado ya en este mismo blog en La verdad sobre el Cruce de los Andes.
No solo se trató de un simple cruce, sino que se debió combatir para atravesar las montañas. Y previo a eso, organizar una fuerza militar con la disciplina, entrenamiento y equipamiento suficiente para llevarlo a cabo.
La audacia militar de San Martín residió en cómo desafió las convenciones de la guerra de su época, a fin de lograr la sorpresa estratégica.
De tal forma, dividió su ejército en dos columnas principales y cuatro secundarias, que cruzaron simultáneamente por pasos muy separados (desde el norte, en La Rioja, hasta el sur, en el paso del Planchón, en Mendoza), para confundir a su oponente, el Ejército Real de Chile.
A eso se le sumó el empleo de una red de espionaje y desinformación conocida como Guerra de Zapa para engañar al enemigo.
Es así que mucho antes que se iniciara trayecto alguno, y menos aun se disparara un solo tiro, en el par de años previos al inicio del cruce, a uno y otro lado de la cordillera se desarrolló una guerra embozada de espías, entre realistas y patriotas. Los primeros, buscando averiguar por dónde se llevaría adelante el cruce; los segundos, con San Martín a la cabeza, tanto para ocultarlo como averiguar la cartografía de los pasos y puntos fortificados del enemigo.
Desde la ficción, hemos tratado el tema en nuestra novela Vientos de Libertad.
San Martín fue un maestro de la inteligencia y contrainteligencia. De hecho, entendemos que le cabe, a más de la creación de los granaderos a caballo, el ser también considerado como organizador de la inteligencia militar entre nosotros. Hemos desarrollado el tema en Los secretos de un auditor de guerra, donde también contamos el papel en tal materia que le tocó a Bernardo de Vera y Pintado.
El cruce presentada un desafío tanto geográfico como logístico inédito. Nunca antes se había cruzado una fuerza militar de ese tamaño por los Andes Centrales en esas condiciones debiendo transitarse por una altitud extrema a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, exponiendo a los soldados y animales al soroche o mal de altura, hipotermia, y a la falta de oxígeno.
Aun cuando la travesía se realizó en pleno verano (enero-febrero), las temperaturas por la noche en la alta montaña eran gélidas, sumadas a los vientos y la escasez de agua potable.
Asimismo, no existían lugares donde reaprovisionarse, por lo que se debió transportar todo lo necesario, incluyendo víveres para 20 días, forraje, leña para encender el fuego, armas, municiones, y artillería pesada fue un reto inmenso.
A ello debía adicionarse el alimento para 9.000 mulas y 1.600 caballos para transporte de carga y personas, gran parte de los cuales murieron en el camino.
La dieta para el viaje, con platos simples pero de alta densidad calórica y fácil transporte como el Charquicán (carne seca, grasa, ají), o el empleo de cebollas y ajos, incluso en los animales para combatir el mal de altura, fue meticulosamente previsto.
También se dispuso de hospitales de campaña por la salud de los soldados, así como puentes móviles y artilugios para transportar la artillería, habiéndose también realizado mapas detallados de cada ruta.
Poco visualizado es que San Martín logró una proeza política al unir y comandar un ejército compuesto por tropas de las Provincias Unidas del Río de la Plata y patriotas exiliados chilenos, llegados a Cuyo tras la derrota de Rancagua. El Ejército de los Andes, además de sus calidades militares, se convirtió asimismo en un símbolo de la unidad continental por la causa independentista.
La formación del Ejército de los Andes en sí fue una epopeya dentro de otra, a la que nos hemos referido ya en el blog, en el artículo con dicho título.
En tal sentido, el Ejército de los Andes fue un verdadero mosaico social de las Provincias Unidas, un ejemplo de inclusión y movilización popular al servicio de una causa continental.
Los soldados libertos constituyeron el corazón de la infantería. Alrededor de 2.500 a 3.000 esclavos fueron reclutados y liberados a cambio de servir, formando gran parte de los batallones 7, 8 y 11. Para muchos, unirse al ejército era la única forma de obtener la libertad y un ascenso social, un poderoso incentivo para el combate.
Máxime cuando en un gesto inédito para la época, San Martín logró la autorización para poder ascenderlos a cabos y sargentos, rompiendo con la regla española de aceptarlos en filas únicamente en carácter de soldados.
No hemos explayado respecto de ellos y su crucial contribución en el artículo titulado Los soldados libertos de los Andes
No poco del éxito de la operación se debió a que gran parte de los soldados de caballería y guías eran hombres de la campaña, vaqueanos, arrieros y milicianos cuyanos que conocían palmo a palmo los pasos de la cordillera. Su conocimiento del terreno fue vital para el éxito de las columnas.
Se trató además, dicho cruce de una verdadera Obra Nacional. La primera luego de nuestra recién declarada independencia.
En tal sentido, el esfuerzo logístico y humano no recayó solo en los soldados, sino en toda la sociedad; al aporte de Cuyo (actuales provincias de Mendoza, San Juan y San Luis) deben sumarse los auxilios provenientes de Buenos Aires, de Córdoba y otras provincias, así como hombres y recursos que envió Manuel Belgrano desde el Ejército del Norte.
Las mujeres de Cuyo, lideradas por figuras como Remedios de Escalada, tuvieron un rol crucial. Confeccionaron uniformes, mantas, sables y estandartes, y donaron joyas y bienes personales para financiar la expedición. La sociedad civil se movilizó completamente.
San Martín supervisó cada detalle, algo atípico en los generales de su época, desde la infraestructura Militar con el establecimiento del campamento de El Plumerillo para la instrucción de las tropas como la maestranza en Mendoza para fabricar pólvora, uniformes, armas y herrajes, convirtiendo la región en una verdadera base de operaciones militares.
A pesar de sufrir de úlcera, que lo postraba con dolores intensos, él mismo se montó en una mula para cruzar la cordillera, demostrando su compromiso y resistencia a sus tropas.
Respecto de sus cuestiones financieras y abastecimientos, puede leerse en este mismo blog El apoderado del Ejército de los Andes.
El Cruce de los Andes no se halla exento, además, de diversas curiosidades históricas. Una de ellas, que un antepasado del futbolista Diego Maradona integró las filas del Ejército de los Andes. Lo hemos contado en este mismo blog en Maradona en el Ejército de los Andes. O que el propio San Martín se preocupó por llevar con él los libros de su biblioteca, tópico que hemos desarrollado junto al detalle de sus lecturas en Los libros de San Martín.
No debe tampoco olvidarse que dicho cruce era solo la primera fase de un "Plan Continental" diseñado por San Martín, cuyo objetivo final era asegurar la independencia a nivel del subcontinente eliminando el principal foco realista en Sudamérica que era el Virreinato del Perú.
De tal forma, en el inicio de nuestra vida independiente, el Cruce de los Andes fue un acontecimiento increíblemente audaz, que combinó una estrategia ofensiva brillante, superando un obstáculo geográfico inmenso merced a una cuidadosa planificación, preparación de fuerzas militares adecuadas y el establecimiento de una cadena logística suficiente para poder concretarlo.
Pocas naciones pueden presumir de un hecho de tamañas características. En jalón que queda en nuestra historia, aun cuando no siempre lo tengamos en cuenta, como muestra de lo que somos capaces de lograr cuando se trabaja unidos, a conciencia, y con un liderazgo acorde a las circunstancias.
Para seguir leyendo en el blog:
Una presentación de novela a toda historia
Una mujer humillada y desposeída.
La tentación de recuperarlo todo.
Un secreto vital que obtener tras la cordillera.
Un general con un desafío por cumplir: cruzar los Andes.
Provincias Unidas de Sudamérica, 1816. Las tierras del antiguo Virreinato del Río de la Plata han declarado su independencia de la corona española, en el peor de los momentos posibles. El nuevo país, libre pero cargado de dificultades y retos, apuesta a remontar sus derrotas en el Alto Perú, con el audaz plan de formar un nuevo ejército y cruzar la cordillera para batir a los realistas por el oeste.
En Chile, Sebastiana Núñez Gálvez ha visto desbarrancar su mundo de lujos, pero también de oscuridades, tras la reconquista realista del país. Ajusticiado su esposo por liderar el bando patriota y confiscados todos sus bienes, malvive en la extrema necesitad. Una falta de todo que la ha hecho abjurar de cualquier creencia y hasta de su reputación, para conseguir subsistir.
El Mariscal español Marco del Pont lo sabe perfectamente, y le ofrece devolverle todas sus posesiones y alcurnia, a cambio de pasar a Mendoza y obtener el secreto mejor guardado del Gobernador de Cuyo y General en jefe de ese nuevo ejército, José de San Martín: por dónde pasarán sus tropas a Chile.
Sebastiana es una mujer decidida a todo para averiguarlo; apuesta para lograrlo a su antiguo y fuerte vínculo de amistad con la esposa del gobernador y General en jefe, Remedios de Escalada. No le importa tener que mentir, engañar o traicionar viejas lealtades.
Pero la imprevista relación con un oficial de granaderos trastocará sus planes. Alguien que, precisamente, debe mantener a los secretos de su jefe a salvo de los espías realistas.
















